- Lo que te llevaste fue tu réplica, la claridad, tu espejo. Recién ahora comienzo a hablarte sin que me queme tu imagen

El mediterráneo agita su espejo para aquietar el pulso explosivo de la bahía

Fotografía de estío

Una cuña entre las yemas convoca la luz de este artefacto

Mis pasos han vuelto a recorrer el camino de otras décadas ...

La melancolía ha abierto una tienda en la mirada de los elefantes, convertida en espejo absurdo para los peatones, se va nutriendo del goteo de la arena en su cuello minúsculo.

Mazo de sal de sal prieta regándose morenamente, puño de dulce café que muele el ritmo con los cinco sentidos, como un viejo vendedor con las monedas de siempre

Solo un día en mitad del verano como cualquiera sin que importe su nombre en la semana y lo que se estiraba en aquel momento la tarde

La escena te invade como una gran maqueta infantil que tuviera el poder de circundarnos. El mar lamiendo la arena las gamelas desordenadas al liberarse del poder gregario y alineador del viento

El viento aquella noche se fue a dormir al mar dejando un silencio hueco para que resonaran tus pasos

Entre el océano y el volcán la semilla dejó su aliento pasado el tiempo un leño verde se abraza a la lava como se agarra un náufrago a la vida

La marea se ha retirado silenciosa con una grávida mansedumbre

La ciudad sucia, la ciudad ruinosa, la ciudad. La ciudad está en la calle Esperando a la brisa para respirar

La fisiología me asalta y tengo los oídos expuestos

Esta mañana he vuelto a aquella ribera a pisar el mismo jardín descuidado a caminar entre las huellas de sus moradores...

El sol del mediodía cae con la verticalidad que exige el estío, la ciudad lo acusa como si de un ente orgánico se tratara aunque no pueda oler a nada ajeno a sí misma.

El océano se recoge para avanzar, la espuma se derrama, rota de salitre sobre la orilla

En la esquina afilada que abre la plaza un joven -más por su atuendo que por su edad- fabrica burbujas enormes con una soga.

El paisaje se ha vuelto invisible Simple espejo de la mirada Hambre de días pasados.

En el vientre de Lalibela se acuesta el magma dormido semeja un lomo, una arteria terrestre horadada mil veces ---

El dardo en la pupila del sexo

Como quien camina absorto y efímero sobre la anchura del mundo y su movimiento ...

En las calles muertas las bombillas festivas duplican su frío azul sobre los charcos – espejos negros de combustible -. ...

Me desenamoré de ti
como un artesano que ha dejado de sentir ...

Palma contra palma candor de la carne nos quedamos ...