En las calles muertas
las bombillas festivas duplican su frío azul
sobre los charcos – espejos negros de combustible -.

Tus tacones dibujan extraños signos en la acera,
sirven de escritura para la inquietud de tus tobillos,
de tu cuerpo, de tu corazón impar.

El frío persiste y también esos lemas familiares
en los intervalos del tráfico. Luces de cruce
entre miradas hambrientas, no será un día para recordar
o quizá sí, un atajo cualquiera para llegar a tocar fondo
y enterrar lo que nunca pudo pasarte a ti,
precisamente a ti.

Las agujas avanzan, las ruedas continúan escupiendo
piltrafas en la cuneta mientras aceleran hacia la oscuridad.

Una mano, una piel, un encuentro
calor extraño y furtivo. Sobran las preguntas.

La sangre bautiza el olvido para la única puta
que salió a la calle en nochebuena.